Actitud

Más allá de aumentar las dimensiones funcionales de cada estancia, se trata también de organizar la movilidad de su disposición.

Los grandes espacios proporcionan una sensación vital de evasión, de libertad. Engrandecer no significa derrochar, sino, más bien, inventar un lugar. No se trata de reprogramar nuevas tipologías de vivienda fijando arbitrariamente la dimensión de cada una de las estancias de la vivienda, sino que es necesario proporcionar objetivos de proyecto que permitan ir más allá de la función programática para lograr un uso provechoso real de los espacios de vida.

El espacio habitado no debe constituir ningún obstáculo a la movilidad.

Superficies y dimensiones

La superficie de una vivienda es la que uno tiene delante.

La libertad del uso de una vivienda está vinculada a su dimensión, a las posibilidades continuas que ofrece su organización para nunca interrumpir el movimiento y posibilitar otras situaciones.

Para dar respuesta a la libertad de uso, las viviendas deben tener unas dimensiones significativamente más grandes que las superficies habitables actuales que responden a estándares cada vez más constreñidos y limitados.

El espacio habitado debe ser generoso, confortable, apropiable, económico, fluido, flexible, luminoso, evolutivo y “lujoso”, al tiempo que debe permitir los usos más simples: comer, trabajar, descansar, aislarse, acoger y recibir a amigos, colgar la ropa, tocar música, hacer bricolaje, aparcar la bicicleta, el coche o mirar cómo crecen las orquídeas.

Para que la estrategia urbana funcione, la vivienda debe superar los límites impuestos por los estándares, transformarse, ser objeto de deseo,

La vivienda debe ser mucho más generosa, debe aportar otros beneficios y debe incorporar espacios privados complementarios más allá de la superficie habitable: invernaderos, terrazas y balcones, espacios sin un uso determinado. Estimamos que este beneficio necesario debe suponer una superficie equivalente a sumar el 50 % de la superficie habitable.

ificar significa aumentar el espacio, pero, en ningún caso, comprimir el espacio individual:

Cualquier pensamiento sobre la densificación debe estar vinculado a esta estrategia de relación, de facilidad y de continuidad aplicada a la calidad de un interior —de un espacio común y de uno público—, y sustentado en la libertad, la porosidad y la generosidad. Densificar significa aumentar el espacio, pero, en ningún caso, comprimir el espacio individual: significa dotar de capacidad a las viviendas y permitir que la gente viva innumerables situaciones, ordinarias y extraordinarias.

Habitar remite al placer y a la libertad de ocupar un espacio. Concebir la arquitectura y la ciudad a partir de la idea de habitar obliga a pensar y a construir el espacio desde dentro, desde el uso. De este modo, la ciudad se piensa como una sucesión de situaciones extendidas y de movilidades.

Sentirse a gusto en la sala de estar, en el dormitorio, en el rellano o en el umbral de una puerta; estar cerca de los servicios, los comercios, el ocio y el transporte; sentirse a gusto al atravesar un parque, al encontrarse y mezclarse con la gente. Conectadas y entrelazadas, las múltiples circunstancias del uso son las que constituyen el habitar.