Acercáronse á mí, y soltándose de lord San Buryan, tendióme sus preciosas manos, exclamando:
—Cárlos, Cárlos; ¿no me conoces? Vengo á rogarte que… .. que me hagas el favor de bailar con tu antigua amiga Zell.
Hoy poseemos más de un parque poblado de ciervos; pero sólo del de Escocia, segun el dictamen de Zell (que quiere siempre ser mayor y más sesuda que yo), le envié á mi amigo Roger una pierna de venado digna de la mesa de un rey.