San Miguel debería ser un pueblo pintoresco: tiene una laguna, una iglesia vieja y una nueva, un mercado… Pero algo extraño sucede ahí, porque a veces los forasteros se levantan en mitad de la noche y se van a dormir al pueblo de junto. Por eso pocos han visto los chapulines gigantes, y por supuesto no conocen los cuentos de los animales de San Miguel.