Si propongo nombrar el efecto de esa apuesta por lo inespecífico como la elaboración de prácticas de la no pertenencia más que como nuevos modos —plurales y cambiantes, fluidos o contingentes— de la pertenencia, es porque me parece que en ese movimiento de despojamiento, de desnudamiento, de invención de lo común e impersonal e inespecífico —aunque único— que ellas realizan, nos están proponiendo otros modos de organizar nuestros relatos, y, por qué no, quizás ofreciéndonos imágenes que puedan inspirarnos para pensar también nuestras comunidades