Cuando Norma fue diagnosticada con cáncer de útero, se le recomendó someterse a una cirugía, radioterapia y quimioterapia. Pero, en lugar de limitarse a sí misma a una cama de hospital para el resto de su vida Norma, se levantó y le dijo a su médico: «Tengo noventa años de edad. Me voy de viaje por carretera». Empacó lo que necesitaba, para salir en una excursión en una casa rodante, en compañía de su hijo Tim, su nuera Ramie y su perro Ringo.
Norma, quien solía ser tímida hizo frente a la muerte: probó por primera alimentos regionales, se lanzó por una tirolesa y subió a las nubes en un globo de aire caliente. Con cada kilómetro que recorrió (y con cada visita al dispensario de cannabis) la salud de Norma mejoraba y las conversaciones que habían sido tabú comenzaron a desarrollarse. Sus concepciones de hogar, familia y amistad se expandieron. En cada parada se encontraron con innumerables personas que les dieron la bienvenida con amabilidad y con el corazón abierto y se convirtieron rápidamente en sus nuevos amigos.
Este libro es una encantadora crónica de sus experiencias en un viaje transformador que nos recuerda que la vida es preciosa, y que nunca es demasiado tarde para comenzar una aventura.