«País archipiélago» constituye un análisis de nuestros primeros veintiocho años de andadura como país independiente, entre los años 1830 y 1858. Constituye, además, la constatación de una fragmentación que se halla presente en todos los órdenes de nuestra vida recién estrenada y que conspira contra el proceso de conformación de Venezuela como un Estado nacional unificado y con maneras y rutinas auténticamente republicanas.
En todas las áreas que el autor analiza, la característica más resaltante, luego de los estragos de las guerras de Independencia, es la de un país absolutamente aislado, donde cada región es una isla en sí misma y donde se ponen de manifiesto las contradicciones propias de una república en ciernes, que ha luchado por darse leyes e instituciones, pero que debe enfrentarse no solo con los imperativos de la devastación posterior a la guerra, sino con hombres y maneras personalistas de ser y de hacer que chocan con toda posibilidad efectiva de que las regulaciones novedosas desemboquen en la formación de un Estado de derecho aceptado, acatado y vivido a plenitud.
¿El saldo? La cohabitación incómoda de la legalidad recién fraguada con el imperativo de los poderes fácticos, que predominan sobre el derecho y amenazan con hacer derivar la utopía republicana en un archipiélago de autocracias personalistas.