Nacer en Cuba ha sido mimetizarme en esa ausencia del mundo al que nos sometemos. No he aprendido a usar una tarjeta de crédito, no me contestan los cajeros. Un cambio de avión de país en país puede descontrolarme, dislocarme, dejarme sin aliento. Afuera me siento en peligro, adentro me siento confortablemente presa.