Es en las Bellas Artes propiamente dichas donde la falta de originalidad se presenta con mayor fuerza, ya a primera vista, puesto que la opinión pública (hay que reconocerlo) no solo no les impide dedicarse a ellas, sino que incluso las anima a hacerlo.
Temo,[4] tengo que admitir, que, en general, las mujeres raras veces usan su influencia para animar o apoyar una acción desinteresada, o una generosa entrega a una finalidad que no prometa algunas ventajas particulares para la familia… Pero lo que es seguro es que la influencia de las mujeres suele ser cualquier cosa menos favorable a la virtud cívica.
Con una influencia así (de la mujer) en cada casa, bien abiertamente ejercida, o bien, todavía más poderosa, desplegada desde la sombra, ¿es pues tan extraño que los hombres, en general, no superen esta apreciable mediocridad que empieza a convertirse en un rasgo muy característico de nuestro tiempo?
Las mujeres aprenden música no para componerla, sino solo para interpretarla. En consecuencia los hombres son superiores a las mujeres en el campo de la música solo[5] como compositores.
Mucho (de los problemas nerviosos) es el resultado de la costumbre y la educación, como puede verse por el hecho de que los ataques de histeria y desvanecimientos casi han cesado, ahora que ya no están de moda.
Cuando el sustento de una familia descansa no sobre la riqueza sino sobre los ingresos salariales, me parece que este es el reparto habitual de tareas más satisfactorio: generalmente la forma más adecuada de división del trabajo entre los dos es que el marido gane el dinero necesario y la esposa administre la forma de usarlo… Si ella asume otras tareas además de las domésticas, eso rara vez puede liberarla del cumplimiento estricto de estas.