Es evidente que hay diferencias entre los filósofos y que algunos son más «literarios» que otros; sin embargo, me siento tentada a afirmar que existe un estilo filosófico ideal caracterizado por una especial sencillez y parquedad, un estilo austero, desprendido, preocupado solo por la verdad. El filósofo debe intentar explicarse con toda precisión, evitando la retórica y la ornamentación ociosa. Como es obvio, lo dicho no excluye necesariamente toda agudeza de ingenio o veleidad ocasional; pero cuando el filósofo se encuentra, por así decirlo, cara a cara con su problema, pienso que habla con una cierta voz clara, fría y reconocible25.