Historiadora al fin, lectora por antonomasia, he creído que mi trabajo de escritura va inextricablemente ligado a las experiencias materiales y las prácticas escriturales de muchos otros. Estoy convencida que no hay escritura sin investigación, y que la investigación, ya sea académica o meditativa, ya histórica o de campo, es una labor de cuidado con la que, con suerte, podemos evitar el apropiacionismo ramplón que pulula en textos que, bajo el pretexto que ofrece la ficción, se entregan sin más fundamento que la opinión personal del autor. La desapropiación, entendida como una estética crítica que busca volver visible y hasta palpable la participación de otros en procesos de escritura que también son propios, inicia así con el documento: el soporte material que sirve “para testimoniar un hecho o dar información sobre él”.