vi a un niño de unos diez años que conducía un enorme carro tirado por un caballo por un sendero estrecho, y le golpeaba con la fusta cada vez que intentaba desviarse del camino. Pensé que si los animales llegaran a ser conscientes de su fuerza, no tendríamos poder sobre ellos, y que los hombres los explotan del mismo modo que los ricos al proletariado.