El Arte de trovar (1433) de don Enrique de Villena es una adaptación al castellano de las poéticas trovadorescas. Dedicado al marqués de Santillana, en él se conjugan ciertas observaciones sobre la poesía, muy influidas por la tradición trovadoresca provenzal y catalana, con disquisiciones más lingüísticas.
En la primera se hace un breve repaso de las Artes poéticas trovadorescas y se describen con delectación el gobierno y desarrollo de los consistorios barceloneses de gaya ciencia. La segunda parte es un tratado gramatical; poco más o menos como los provenzales, pero basado en los hechos castellanos de la lengua.
En especial destaca la influencia del Mirayll de Berenguer de Noya. La importancia de este texto es tan grande, que no exageraba Marcelino Menéndez Pelayo al decir:
«Cada letra de este pequeño retazo merece ser pesada y considerada atentamente.»
La utilidad de Arte de trovar para el estudio de la fonética castellana es clara. Hasta ahora muchos de sus pasajes eran ininteligibles, y algunos, en verdad, desconcertantes. Tras el hallazgo en el Escorial de un manuscrito, hasta entonces desconocido, se entendió mejor la mayoría del texto.
Quedan, sin embargo, frases oscuras e incompletas. Queda pendiente el hallazgo del texto original íntegro, colmaría grandes lagunas de la historia de nuestra lengua, ocultas en este libro.