Este primer libro de Isabel González disfruta del ritmo del cuchillo y del aire en un afán por reconstruir y apuntalar primero para derribar después. Sus personajes luchan por la supervivencia en condiciones adversas, en un campo de batalla que es tanto el propio cuerpo como el paisaje que lo rodea. Alma y fuerzas elementales se dan cita en cada palabra. En sus cuentos no es amor lo que se pide pero se compra todo por amor. El lector desprovisto de presuposiciones no descansará. Isabel González, tampoco, casi tan salvaje y toda una colisión.
«Si algo nuevo se puede encontrar en la literatura actual es la voz de estas mujeres jóvenes que retuercen los viejos temas hasta iluminarlos con un fulgor nuevo. Escritura potente, descarada, nacida de una fuerza elemental donde cerebro y pasión se trenzan. Poética y genital. Si algo nuevo había que decir son estos cuentos, si algo esperábamos los lectores es el deslumbramiento que produce una generación a la que pertenece Isabel González», Clara Obligado.
«Las frases cortas de Isabel, sus imágenes, tienen algo de dentellada por sorpresa, de clavo que atraviesa la carne y nos recuerda, a cada golpe, lo que significa estar vivos. Cuidado, lector, si entras en estos cuentos, porque saldrás temblando», Patricia Esteban Erlés.
«Admiro a Isabel González por su capacidad de hacer alta literatura con las mínimas torpezas cotidianas. Su escritura inesperada, original, nos demuestra que la imaginación está aquí, en este mundo, acechándonos. Me siento muy honrada de darle la bienvenida a su primer libro», Ana María Shua