Más temprano que tarde, el adjetivo “rokhiano” será aceptado por la rae. O quizá no, pero existe y designa el desborde vital de un poeta que bien podría ser parte de la generación beat, salvo porque comenzó a escribir cuarenta años antes que Ginsberg. Su obra, compuesta por una treintena de libros, es descomunal e irregular, reiterativa e inclasificable: un capítulo aparte de la poesía chilena.
Pablo de Rokha apostó todas sus naves a pensar el arte como expresión política. Por eso pasaba su tiempo en pueblos diminutos vendiendo de mano en mano sus libros, tanto a alcaldes como a carniceros. Esa deriva era el material humano que destilaba en versos, la base de su raigambre popular afectada por la vanguardia. Libros como Los gemidos o Escritura de Raimundo Contreras rozan la fibra más íntima de las estéticas revolucionaras, pero, a diferencia de Huidobro, matizan la abstracción para enfocar las tensiones humanas.
Poéticas del paisaje reúne tres textos cruciales que se encontraban desperdigados en recopilaciones y antologías. Su temprana arte poética que defendió hasta la muerte –"Ecuación"–, un agudo ensayo sobre poesía y sociedad –"La intuición poética"— y su diccionario de culteranismos –"Vocabulario"–, último texto programático que escribió. A todos los atraviesa una pregunta: la relación entre escritura y territorio, cómo afecta el entorno al lenguaje que utilizan sus habitantes. Se trata entonces de una puerta de ingreso a las fibras íntimas de una poética sólida y torrencial, tanto como para transformar a De Rokha en un adjetivo.
«De Rokha aparece como la bestia negra que siempre fue, con una escritura densa, concentrada y con un alto vuelo estético y teórico». Álvaro Bisama
«Pablo de Rokha ha hecho de su poesía tanto su expresión vital como un arma de combate». Jorge Teillier
«De Rokha siempre ha sido el gran guerrillero de la poesía chilena, el luchador incansable cuya poesía vernacular y vanguardista, pantagruélica y proletaria constituye la mirada más genuina al Chile no arrasado por los coros de la modernidad». Óscar Barrientos