escribir en una lengua distinta significa empezar desde cero; cada palabra procede de un vacío y por tanto parece salida de la nada. El esfuerzo de apropiarme la lengua, de poseerla, se parece mucho a un proceso creativo: resulta misterioso y ajeno a la lógica. Pero la posesión no es auténtica; es, incluso, una especie de ficción