Marco Focchi muestra el uso clínico de textos lacanianos habitualmente considerados sobre todo en su valor teórico, y propone para el psicoanálisis una perspectiva terapéutica diversa de aquella que, imitando a la medicina, se impone suprimir el síntoma y, de ese modo, se condena a la impotencia.
No hay una “receta” para curar, sino un “truco”. Es Lacan quien habla de ello: el psicoanalista, a través de la experiencia, consigue susurrar al paciente algo que está en condiciones de inducirlo a sanar. No es el truco del prestidigitador, no es un particular juego de habilidad. Es preciso que las palabras toquen la carne, pongan en juego el cuerpo y hagan emerger lo real de la existencia. A veces se necesita mucho tiempo; otras veces es sorprendentemente rápido, como en los raros momentos en que la vida, imprevista y bruscamente, mantiene sus promesas.