Según Descartes, el conocimiento existe en forma de ideas, que supuestamente representan el mundo. Esta epistemología -ideas que median entre la realidad externa y nuestra mente— sigue ejerciendo un control sobre el pensamiento occidental. Sin embargo, como muestran Dreyfus y Taylor, el conocimiento consiste en mucho más que en las representaciones explícitas que formulamos. Ganamos en conocimiento del mundo mediante un compromiso corporal con las cosas, las manejamos, nos movemos entre ellas y nos interrogamos sobre su significado.