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Martín Caparrós

Los Living

Nito nace en Buenos Aires el día en que muere Juan Domingo Perón, julio del 74. Su infancia es una infancia como tantas, retorcida, inclemente, hecha de amores posibles e imposibles, aprendizajes y terrores, contra el fondo de la turbulenta historia argentina. Sus primeros años quedan marcados, además, por la muerte confusa de los suyos: su padre, su abuelo. Y Nito se siente cada vez más fascinado por ese tránsito, más acosado por las dudas: ¿cuál es nuestra relación con los muertos? ¿Se puede mantener el contacto con ellos? ¿Siguen entre nosotros? Años después, cuando se encuentre con el Pastor y se vuelva su arma más afilada, el invento de los living le permitirá aventurar una respuesta ?provisoria, frágil? a esas preguntas sin respuesta posible. Con Los Living, el gran escritor argentino Martín Caparrós se adentra en nuestra relación con la muerte, con los muertos y su desaparición de nuestras vidas. Los Living es una historia que va de la farsa a la tragedia ?y viceversa? sin perder nunca la mirada afilada, la emoción, la prosa sorprendente. Una novela osada, deslumbrante, llena de humor y de tristezas, que nos propone una ácida visión del mundo contemporáneo, de sus dobleces y desconciertos, de sus silencios fundamentales.
436 бумажных страниц
Дата публикации оригинала
2011
Год выхода издания
2011
Издательство
Editorial Anagrama
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Впечатления

  • Diego Camposделится впечатлением5 лет назад
    👍Worth reading
    🔮Hidden Depths

Цитаты

  • Diego Camposцитирует5 лет назад
    Nos quieren convencer de que formamos parte de grandes conjuntos –una comunidad, una ciudad, un gremio, un país, la humanidad– y después resulta que cuando uno hace algo tan decisivo como nacer le importa a siete u ocho
  • Rafael Ramosцитируетвчера
    Mamá, por supuesto, me creyó. No tenía por qué no creerme y, además, las mamás les creen a sus hijos. Hay mamás que creen a sus hijos para creerse a sí mismas –porque no creerles significaría aceptar que fueron incapaces de enseñarles a decir la verdad, y eso cuestionaría su propia capacidad para decirla o, al menos, para enseñar eso o cualquier otra cosa–; hay mamás que creen a sus hijos por comodidad –porque no creerles implicaría un esfuerzo tremendo para tratar de separar cada vez la verdad de la mentira y una espiral de desconfianza que terminaría por pudrir su relación con sus hijos y entonces la mamá, prudentemente, decide que es mejor creerle cualquier cosa, hasta la más inverosímil–; hay mamás que creen a sus hijos por orgullo –porque no aceptan que uno de su sangre sea un mentiroso redomado– o por desprecio –porque no imaginan que ese huevoncito culicagado lloriqueador empedernido pueda ser de pronto alguien con la inventiva necesaria para decir mentiras– o por idiocia –porque nunca fueron capaces de distinguir mentiras y verdades– o por escepticismo –porque han decidido que la verdad y la mentira se parecen demasiado y, por lo tanto, no tiene sentido tratar de diferenciarlas en general y, menos aún, cuando las dice su hijo– o por otras razones: por lo que sea, las mamás les creen a sus hijos casi siempre.
  • Rafael Ramosцитируетвчера
    Cuando la inspectora revisó su currículum le ofreció unas horas como maestra de música; la señorita Alicia rechazó la oferta y no le dijo –pero pensó muy claramente–: si la música no me quiere, yo no voy a andarle mendigando. Su vida se estabilizó –por decirlo de algún modo– alrededor de la docencia. Al cabo de unos años –diez, doce, cuando la dejó un novio bancario que nunca llegó a ofrecerle matrimonio–, decidió adelgazar y adelgazó, pero eso no la hizo más bonita.

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