Su obra ensayística complementa la calidad excéntrica de Pitol. Tanto en este libro como en el anterior, El arte de la fuga, el orden de los géneros acaba por desvanecerse. Los ensayos están escritos y organizados como capítulos novelísticos; la preocupación del autor es compartir el placer producido por sus lecturas, sus viajes, sus aventuras con el lenguaje, con los escenarios y, sobre todo, la pasión infinita por las tramas que le viene desde la infancia. Volvemos a recorrer con él las amplias avenidas, pero también los senderos umbrosos de la novela inglesa, el dominio germánico, el eslavo, y otras nuevas presencias.