Dios somos nosotros y todo lo que nos rodea. Es la vida, con sus asombrosas transformaciones, siempre muriendo en apariencia y renovándose hasta lo infinito. Es esa inmensidad que nos espanta con su grandeza y no cabe en nuestro pensamiento. Es la materia, que vive animada por la fuerza que reside en ella, con absoluta unidad, sin separación ni dualidades. El hombre es Dios; el mundo es Dios también.