La teoría de Fritz era que la sociedad moderna ha perturbado gravemente los vínculos que han caracterizado siempre la experiencia humana, y que los desastres empujan a la gente hacia una forma de relación más antigua y orgánica. Los desastres, defendía, crean una «comunidad de víctimas» que permite a los individuos experimentar una conexión con los demás inmensamente tranquilizadora. Cuando la gente se junta para hacer frente a una amenaza existencial, descubrió Fritz, las diferencias de clase se borran temporalmente, las disparidades de ingresos se tornan irrelevantes, no se da importancia a la raza, y se valora a los individuos sencillamente por lo que están dispuestos a hacer por el grupo. Es una especie de fugaz utopía social, según opinaba Fritz, enormemente gratificante para la persona media y directamente terapéutica para los que padecen enfermedades mentales.