Contundente. Aunque el principio me estaba enredando, el resto es claro, desolador, terrible. Rescato unas palabras del capítulo final, parafraseando: No es nada que no existiera antes, sólo está sintetizado. Y eso es lo más horrible, que en distintos tiempos de la existencia humana todo esto ha ocurrido, está ocurriendo, seguirá.
No discuto que es una obra genial, pero, no puedo decir que me haya gustado, porque remueve muchos sentimientos negativos; tristeza, impotencia, frustración... O sea, no es un libro disfrutable.
Y es peor cuando te acuerdas que es una historia real y cercana. Ha ocurrido en el pasado y sigue ocurriendo. Existen teocracias en Oriente que controlan la sexualidad de los ciudadanos, especialmente las mujeres, y en Occidente la Iglesia Católica se resiste a separarse del Estado y los evangélicos están accediendo a cargos públicos. Qué pinche miedo.
Tal vez a alguno le parezca aburrido porque la narradora habla mucho de su mundo interno y se detiene en detalles que parecen poco importantes, pero, esa característica me pareció, además de interesante, muy coherente con la situación de pasividad y sumisión obligatoria del personaje.
A veces lento en el orden de sucesos, es un buen libro. Se habla de una realidad distópica, un escenario que no parece distante, la ambición de monopolizar todo lo rentable, incluso la procreación. La aniquilación de la individualidad de las mujeres y reemplazadas por contenedores silenciosos, para satisfacción del patriarcado, contrastado con los flashbacks anhelantes del personaje.