Los cambios sociales han modificado en todas las generaciones la manera en que se estructura la sociedad en función de la edad y la etapa vital. Adolescencia, juventud y adultez no responden a los parámetros de hace veinte o treinta años y, sin duda, ocurre lo mismo con el grupo formado por las personas que dejan de forma activa el mundo laboral.
La generación sénior, antes conocida como “tercera edad”, no tiene nada que ver con la de otros tiempos. De aquí la necesidad de adoptar una mirada diferente que permita comprender esta etapa de la vida, dando nombres diferentes según los distintos momentos: «generación sénior” (hasta los 75–80), “personas mayores” (a partir de los 80–85), “personas mayores con necesidades” (a partir de los 85).
Estos cambios no han comportado solo mayores expectativas de vida, sino mayor formación, una práctica profesional más cualificada y más experiencia, por lo que se dispone de un gran potencial de saberes y conocimientos que no pueden ser ignorados ni olvidados, ya que forman parte de nuestro patrimonio cultural.
Solo otorgándoles un espacio de colaboración en los procesos de construcción de conocimiento mediante relaciones multigeneracionales, será posible este reconocimiento y la participación no sesgada ni cerrada en su colectivo de edad. Por ello se propone su participación, como mentores, en trabajos de investigación en centros de Educación Secundaria postobligatoria (bachillerato o ciclos formativos), en la universidad (grados, postgrados, maestrías) y en instituciones sociales no formales que también realicen investigación.