La ópera prima de Carlos Manuel Álvarez es una colección de siete cuentos que se integran para componer una geografía sensible de La Habana, donde las historias de sus personajes se entrecruzan en las calles estrechas, el Malecón o la beca (el internado donde viven los estudiantes). Lejos del encantamiento, este es un mapa descarnado de migraciones, relaciones quebradas y deslizamientos. Aunque se cuelan por ahí el escritor chileno Enrique Lihn y el poeta cubano Ángel Escobar —quien aparentemente no se ha suicidado sino que puso una librería en algún mundo paralelo o invisible—, este libro no pisa sobre la huella de las generaciones anteriores sino que anda su propio camino, el de la Cuba contemporánea, el de los nacidos en los 90. La tarde de los sucesos definitivos no vacila a la hora de ser experimental, pero al mismo tiempo y aun mejor: no teme proponer una prosa instalada en el realismo y llevarla adelante con la naturalidad de quien confía en su talento.