Cruzar el abismo de agua que separa Turquía de Grecia es la última alternativa de aquellos que lo han dejado atrás todo para alejarse de la guerra y la miseria. En la otra orilla del Evros, en la otra costa del Mar Egeo, allá, no muy lejos, espera el abrazo idealizado de occidente, la paz, el incierto brillo de los derechos humanos. Y en medio, las fronteras. En griego: sínora.
Andrés Mourenza emprende un viaje que va de la Historia al presente del confín de Europa con Oriente Medio. De él nos trae vida, memoria y voces, algunas ausentes, que constituyen la intrahistoria de lo que queda a un lado y al otro de la frontera. Sínora es la crónica de una odisea sin mitología, pero regada de monstruosidades. El cementerio sin nombre ubicado en la loma de una colina a las puertas de Sidiro en el que yacen centenares de muertos anónimos que no alcanzaron el otro extremo del Evros. La espera en los campos de refugiados, esos limbos donde el tiempo se espesa como el granito. El silencio en el vacío de las antiguas iglesias turcas. El frívolo encuentro del turista con el refugiado. O ese mapa que, nada más llegar a Atenas, informa a los migrantes en qué barrios campan los nazis de Amanecer Dorado.
Sínora es una nueva lección de ese fértil cruce de caminos entre la literatura, el periodismo y la Historia. Un libro para entender el ayer y el ahora de nuestro continente.