No crea el lector que encontrará en esta obra un rígido manual que imponga un comportamiento estricto. Actualmente, nadie sigue unas normas protocolarias que condicionen su vida social; ni siquiera la alta sociedad. Nuestra intención no es la de marcar unas pautas para nadie, ni pretender imponer unas costumbres, unos rituales ni unos hábitos que hoy, precisamente hoy, pueden estar muy de moda y mañana resultar totalmente ridículos en una sociedad en eterno cambio como la que vivimos.
La lengua que hablamos no se aprende espontáneamente. Hay que procurar poner atención en la lectura de los buenos escritores y desconfiar del propio conocimiento. No es buena la actitud de las personas que escriben con absoluta despreocupación sin preguntarse jamás si será razonable su manera de escribir o no. Muchos escritores han repetido hasta la saciedad que hay que buscar lo bonito de la vida y aprovecharlo.