El barbero era todo un hombre en su oficio. Manejaba con sin igual destreza la navaja, las tijeras y la maquinilla de cortar el pelo y era limpio y locuaz. Aparte de esto, sabía todo el mundo en la Quebrada del Buitre, que al sonido de un tiro en la calle principal del poblado, las herramientas barberiles se trocaban como arte de magia en dos magníficos 45. Porque se debe el caso de que el diminuto Lawrence Michael Hicks, era uno de los comisarios del “sheriff” Pistol Pete Rice. Hicks rapaba el pelo y la barba a sus parroquianos y ayudaba a extirpar el crimen en la Quebrada del Buitre, y en otros lugares del Distrito de Trinchera, en Arizona. -Dígame, “Miserias”, ¿qué me curaría estas picaduras venenosas de las manos? -preguntó el parroquiano que ahora estaba sentado, preparado para afeitarse, en el sillón. Todos llamaban al barbero diminuto por el apodo de “Miserias“.