Casasola se sentía inquieto. Era extraño, pero por primera vez desde que inició su reportaje estaba aburrido. Durante poco más de un mes que llevaba viviendo en las calles, tomando apuntes en su libreta y pensando cómo armaría su reportaje, se había sentido excitado por todo lo que pasaba ante sus ojos, como un colono haciendo cartas de relación desde un Nuevo Mundo.