Me hubiera encantado ser preadolescente una década después, porque seguro que habría caído en mis manos Ginger Snaps (2000), una película maravillosa que relaciona menstruación y licantropía, y en la que la protagonista, una adolescente de los suburbios que está obsesionada con la muerte, se convierte en una mujer lobo cuando le viene la regla.