Adultos

todo lo que no será mío, la pena vuelve a invadirme como una ola, cierro los ojos y siento que pierdo pie, me pierdo en la ola. El tiempo me ha dejado atrás, a hurtadillas, sin que yo me diera cuenta, ha pasado de puntillas por la habitación mientras yo dormía

Son los mismos árboles, los pinos, los cerezos, la misma hamaca, el jardín, hay algo desesperante en el hecho de que nada cambie, de que siga aquí, haciéndome cada vez más mayor.

algo se me calma en el estómago, algo que solo tiene ganas de estar aquí, hacía mucho que no tenía ganas de estar solo donde estoy.

Estoy aquí, pienso, estoy aquí, estoy aquí. Estoy aquí, estoy aquí, no me voy a morir, no voy a desaparecer, estoy aquí.

Siempre hago estas cosas, no sé por qué, nunca pienso en estos dos tipos, y aun así hago estas cosas, hurgo y remuevo en la gente solo para que alguien sepa de mí,

¿Esperan que me acueste con mis firmes principios y me abrace a mí misma en la cama, aferrándome al respeto que me tengo? No recibo nada a cambio de ser maja, de ser buena gente.

Se puede estar muy bien así, Ida —dice Stein y me mira—. A mí me parece una buena vida. Hay muchas maneras de llevar una buena vida

Pero no creía que fuera a tener un hijo con alguien que realmente no quiere tenerlo —dice y se mira la tripa, como si de pronto le resultara extraña

Estas son las cosas que sabemos las hermanas, pienso, cómo hacernos daño, cómo suenan nuestros pasos, a través de la casa en la noche, por la gravilla junto a la cabaña

¿Qué pasa? —pregunta, voz de buena.
Ahora pone voz de buena, claro, ahora que le he dado la cabaña, ahora que le he dado el sendero a la playa y la vieja casita de juegos y la hamaca entre los pinos, ya me está doliendo. Tomo aire profundamente por la nariz un par de veces, me sobrepongo