La policía, descendiente literal de los cazadores de esclavos, era una fuente de daños para nuestra comunidad, cosa que no podían cambiar la raza o la clase de sus miembros ni la bondad de ningún agente. Ningún acto aislado de decencia podía cambiar por completo una organización que se convirtió en una institución y que se creó no para protegernos, sino para apresarnos, controlarnos y matarnos.