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Cristina Rivera Garza

El invencible verano de Liliana

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El 16 de julio de 1990, Liliana Rivera Garza, mi hermana, fue víctima de un feminicidio. Era una muchacha de 20 años, estudiante de arquitectura. Tenía años tratando de terminar su relación con un novio de la preparatoria que insistía en no dejarla ir. Unas cuantas semanas antes de la tragedia, Liliana por fin tomó la decisión definitiva: en lo más crudo del invierno había descubierto que en ella, como bien lo había dicho albert Camus, había un invencible verano. Lo dejaría atrás. Empezaría una nueva vida. Haría una maestría y después un doctorado, viajaría a Londres. La decisión de él fue que ella no tendría una vida sin él. Hace apenas un año decidí abrir las cajas donde depositamos las pertenencias de mi hermana. Su voz atravesó el tiempo y, como la de tantas mujeres desaparecidas y ultrajadas en México, demandó justicia. El invencible verano de Liliana es una excavación en la vida de una mujer brillante y audaz que careció, como nosotros mismos, como todos los demás, del lenguaje necesario para identificar, denunciar y luchar contra la violencia sexista y el terrorismo de pareja que caracteriza a tantas relaciones patriarcales. Este libro es para celebrar su paso por la tierra y para decirle que, claro que sí, lo vamos a tirar. Al patriarcado lo vamos a tirar.
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Впечатления

  • Itzel RGделится впечатлением8 месяцев назад
    👍Worth reading
    🔮Hidden Depths
    💧Soppy

    Desgarrador es la única palabra con la que puedo describir este texto. Por supuesto, Cristina tiene la amabilidad de acercarnos a la vida de su querida hermana, a sus pasos más felices y más íntimos, y así logra que no todo sean tristezas en este libro. Sin embargo, eso mismo nos hace llegar a la indignación, a la rabia, al entendimiento espantoso de la violencia feminicida. No creo que se pueda leer este libro en cualquier momento, pero sí que debería ser conocido por todas las personas posibles. Gracias por nombrar a Liliana, Cristina.

  • Amapolaделится впечатлением5 месяцев назад
    👍Worth reading
    💧Soppy

    Una búsqueda por la justicia y hacer sentido de las cosas. Una oda a una vida y a la pérdida, al cariño y al dolor.

  • Fernanda Gonzálezделится впечатлением3 месяца назад
    👍Worth reading
    🔮Hidden Depths
    💡Learnt A Lot
    🎯Worthwhile
    💧Soppy

Цитаты

  • Silvia Arenasцитирует18 часов назад
    estábamos muy solos, Liliana. Porque nunca estuvimos tan huérfanos, tan desasidos, tan lejos de la humanidad. Más solos que nunca en una ciudad feroz que se nos vino encima con las mandíbulas poderosas del machismo: si no la hubieran dejado ir a la Ciudad de México, si se hubiera quedado en casa, si no le hubieran dado tanta libertad, si la hubieran enseñado a distinguir entre un buen hombre y otro peor. No supimos qué hacer. Ante lo inimaginable, no supimos qué hacer. Ante lo inconcebible, no supimos qué hacer. Y callamos. Y te arropamos en nuestro silencio, resignados ante la impunidad, ante la corrupción, ante la falta de justicia. Solos y derrotados. Solos y desechos. Triturados. Tan muertos como tú. Tan sin aire como tú. Y, mientras eso pasaba, mientras nos arrastrábamos por debajo de las sombras de los días, se multiplicaron las muertas, se cernió sobre todo México la sangre de tantas, los sueños y las células de tantas, sus risas, sus dientes, y los asesinos continuaron huyendo, prófugos de leyes que no existían y de cárceles que eran para todos excepto para ellos, que contaron desde siempre con el beneplácito de la duda y la disculpa anticipada, con el apoyo de los que culpan sin empacho a la víctima e incluso ahora, después de tantos años, todavía cuestionan la decisión de la chica, la falta de juicio de la chica, la tremenda equivocación de la chica. Hasta que llegó el día en que, con otras, gracias a la fuerza de otras, pudimos pensar, imaginar siquiera, que también nos tocaba la justicia. Que la merecías tú. Que la valías tú también entre todas las muchas, entre todas las tantas. Que podíamos luchar, en voz alta y con otras, para traerte aquí, a la casa de la justicia. Al lenguaje de la justicia.
  • Silvia Arenasцитирует18 часов назад
    Cuántas veces al día o al año se reprocha el no haber tenido los fondos suficientes. Cuántas veces retumban en sus orejas las palabras soeces, las palabras crudas, las palabras bestias de fauces abiertas con que los comandantes y agentes se refirieron al cuerpo de Liliana. A la vida de Liliana. A la muerte de Liliana. ¿Cuántas veces al día murmura la palabra justicia? Uno nunca está más inerme que cuando no tiene lenguaje. ¿Quién, en ese verano de 1990, iba a poder decir, con la frente en alto, con la fuerza que da la convicción de lo correcto y de lo cierto, y la culpa no era de ella, ni dónde estaba ni cómo vestía? ¿Quién en un mundo donde no existía la palabra feminicidío, las palabras terrorismo de pareja, podía decir lo que ahora digo sin la menor duda: la única diferencia entre mi hermana y yo es que yo nunca me topé con un asesino?

    La única diferencia entre ella y tú.

    En un mundo así, guardar silencio fue una forma de arroparte, Liliana. Una forma torpe y atroz de protegerte. Bajamos la voz y nos recluimos dentro de nosotros mismos, contigo adentro, para no exponerte a la acusación fácil, al morbo tullido, a las miradas de conmiseración.
  • Silvia Arenasцитирует18 часов назад
    Fuera del cementerio hasta parecemos personas normales. Allá, del otro lado de la puerta de hierro cada vez más oxidada, caminamos y comemos, saludamos a personas, celebramos triunfos, ofrecemos condolencias, acudimos a clase o a fiestas. Allá afuera se pasean las vidas que continuaron: las carreras, los libros, los viajes, los cumpleaños, los hijos. Pero aquí adentro, bajo el influjo del aire que rasga los picos del volcán, para tocar después, meditabundo, el interior de nuestros pulmones con sus alas frías, aquí adentro somos pura pesadumbre. Es mentira que el tiempo pasa. El tiempo se atora. Hay un cuerpo inerte aquí, atrancado entre los goznes y pernos del tiempo, que suspende el ritmo y la secuencia. No hemos crecido. Nunca creceremos. Nuestras arrugas son artificiales, indicios apenas de las vidas que pudimos haber vivido pero que se fueron a otro lugar. Las canas, las caries, los huesos frágiles, las articulaciones entumidas: meras poses que ocultan la repetición, la redundancia, el estribillo. Estamos encerrados en una burbuja de culpa y vergüenza preguntándonos una y otra vez: ¿qué fue lo que no vimos? Este es el eco. La luz del sol es espectacular siempre en el otoño. ¿Por qué no pudimos protegerla?

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