A esta hora de la noche

Puedo dejarlo y puedo aprovechar, puedo pagarle a una mujer para que críe a Pedro conmigo –con nosotros–, para dejarle las partes más pesadas del bebé, para que me ayude a ahuyentar el llanto y el agotamiento, para que me permita ensimismarme de a ratos y no perderme de vista, para cumplirme el deseo de que Pedro tenga brazos cada vez que lo pide, nanas a la hora de dormir y paciencia infinita.

Abandono uno tras otro los libros sobre embarazo, parto, lactancia y crianza. La información se cruza y se mezcla y puede ser tan precisa y categórica que confunde.

El embarazo es, de pronto, como un gran mercado turco, una feria ambulante, un cruce superpuesto de voces y gritos y propuestas sujetas a la voluntad y predisposición, pero sobre todo a las posibilidades y privilegios de la economía familiar.

Fantaseo con compartir el amor por la lectura, por las historias y también por el formato.

. Todo durante el embarazo tiene un deadline: la semana cuarenta, y después el infinito de la vida juntos.

Tener a Pedro conmigo, con nosotros, y empezar el primer día de otra vida. Tengo fuerza, tengo amor, tengo familia. Tengo que tener humildad y entrega. Tengo que aprender a ser mamá. A amar distinto. Vamos a hacerlo juntos, mi amor.

se ríe porque dicen que la risa espanta a la muerte.

en cómo basta la ausencia de uno de sus integrantes para que los vínculos empiecen a borronearse.

En general me pasa así: estoy llena de expectativa y ansiedad hasta que el objetivo aparece cumplido

Lo que no se cuestiona no pesa.