La obra de Safo representa uno de los puntos culminantes de la lírica griega arcaica. Nacida en la isla de Lesbos en el siglo VII a. C., y probablemente de origen aristocrático, parece que casi siempre se movió en grupos reducidos y selectos. Su poesía, que la convirtió en una autora canónica y por la cual se la llegó a calificar de «décima Musa», es un prodigio musical de trabajada naturalidad, de ensalzamiento del amor y la sexualidad, de culto a los dioses y también al mundo que la rodea, así como de alabanza a la belleza y a la sensibilidad femenina.
Admirada incondicionalmente en la Grecia clásica, sus poemas no solo sufrieron mucho los avatares de la transmisión textual, sino que además se vieron sometidos a diversas interpretaciones interesadas de cierta crítica tradicional. Por fortuna, como explica Marta González en el prólogo de esta edición, aunque aún envuelven a Safo muchos interrogantes, la fuerza de su escritura ha ido liberándose de los prejuicios y ha sido el origen de una sólida herencia literaria.