Naturaleza Muerta

Apenas uno o dos de estos artistas se apartaron de la norma al utilizar verduras nativas como cebollas, zanahorias, hongos y perejil, en lugar de las frutas de invernadero típicamente incluidas en las composiciones de origen holandés e italiano.
Naturaleza muerta con mascara de yeso y candelabro de pared
Mijaíl Vrubel, 1885, inconcluso
acuarela sobre papel, 18.5 x 11.7 cm
Museo de Arte Ruso, Kiev

Si hay algo que exprese con más exactitud el célebre dictum o mandato de Cézanne es la serie de naturalezas muertas producidas por Picasso en los umbrales del Cubismo. Los objetos que aparecen en ellas se comportan como símbolos de su propia “objetualidad”, como si el artista intentara grabar imágenes de deidades menores –patronas de la forma y la sustancia– en el grosor mismo de la pintura.
Naturaleza muerta con frutero, copa y manzanas
Paul Cézanne, 1879-1880
óleo sobre lienzo, 46 x 55 cm
Colección privada, París

bodegones realizados por Picasso durante los años 1906-1908 demuestran con elocuencia la vertiginosa evolución del lenguaje de los objetos.

Como el estudio de ésta en toda su diversidad constituye la parte más ardua de la labor artística del pintor, unos cuantos objetos reunidos podían llegar a ser, para Cézanne, un tema de significado universal.
Manzanas y galletas
Paul Cézanne, 1879-1882
óleo sobre lienzo, 45 x 55 cm
Museo de l´Orangerie, París

En su búsqueda de los fundamentos de la expresividad, Cézanne no trazó fronteras drásticas entre géneros. Todo objeto sobre su mesa –jarra, taza o manzana–era tan significativo como cualquier figura dibujada en un “cuento” ilustrado.
Naturaleza muerta con sopera
Paul Cézanne, c. 1877
óleo sobre lienzo, 82 x 65 cm
Museo de Orsay, París

La forma es creada mediante la interrelación precisa de tonos que, al ser yuxtapuestos de manera armoniosa, hacen que la obra se cree por sí misma. Por esto, en el vocabulario del pintor, el verbo “modelar” debería ser sustituido por el término “modular”.

Según el pintor y crítico Émile Bernard, compilador del pensamiento de Cézanne en materia de arte, éste aseguraba que no existían líneas y colores, tan solo contrastes.

Hasta que hizo su aparición Cézanne quien, en cierta medida, recogió todo el legado transmitido por la pintura de caballete europea: la aplicación de la fórmula de la naturaleza muerta específicamente al paisaje, al retrato y a la composición de figuras.

Por su parte, en 1765, Diderot puntualizó que a Chardin se le debe que esas “creaciones silenciosas” – que hasta entonces venían imitando bellos, si bien extraños, prototipos–, al fin hablaran francés. Chardin, por así decirlo, recreó el género sobre los cimientos de una tradición artística nacional.

El destino de la naturaleza muerta o bodegón habría de ser completamente diferente al de la mayoría de los géneros pictóricos.