Lo que asombra, lo que puede darnos esperanza y fe en un futuro en que las vidas de las mujeres y los hijos sean restauradas por las manos de las mujeres, es lo que pudimos salvar de nosotras para nuestros hijos, a pesar de la destructividad de la institución: la ternura, la pasión, la confianza en nuestros instintos, la evocación de un coraje que no creíamos poseer, la comprensión al detalle de otra existencia humana, la realización plena de la vida costosa y precaria.