La luz y la montaña es una novela en forma de diario que explora la dificultades que encuentra su protagonista, una mujer joven que acaba de mudarse con su familia a la sierra, para conjugar dos ámbitos en teoría incompatibles como son la maternidad y la búsqueda espiritual.
Las entradas se van sucediendo al compás de las estaciones, alternando actividades cotidianas como pasear por el valle, encender un fuego o cuidar de su hija con la práctica de la meditación y la formulación de preguntas que nos atraviesan y configuran como seres humanos.
Con una voz liviana y profunda a un mismo tiempo, Soledad Urquia ahonda en el aparente conflicto existente entre crianza y espiritualidad, pero también entre cuidados y escritura, como lo hicieron otra autoras como Tillie Olsen, Natalia Ginzburg o Jane Lazarre. Y es que la maternidad, al igual que el acto de escribir o la meditación, puede devenir también en un medio de autoconocimiento y aprendizaje.