Hay esa neurosis que otros llaman Ciudad de México. Se manifiesta ahí, dondequiera que aparezcan los valets, franeleros, viene-vienes, cubeteros, plomeros, burócratas de ventanilla, barrenderos, vecinos invivibles, ambulantes sedentarios, meseros impositivos, albañiles tenores, servidores barrocos, ocurrentes gruyeros, electricistas iluminados, patrulleros persuasivos, artistas del sope rojo y el huarache verde.
Una cubana cruza desnuda por la ventana contigua. Una familia sobrevive, peregrina de 35 mudanzas. Evocación y retrato de ciudades pasadas. Visiones de la memoria histórica. La juventud como el país donde se hacen las cosas de modo diferente. El fervor y el delirio de la vida doméstica.
Todo está cifrado en los ubicuos y fluyentes textos narrativos que integran No estamos para nadie.