Cómo no acabar con todo

Shneidman, fundador de la disciplina de la suicidología, escribió: «Una curiosa paradoja del suicidio es que los individuos dejan pistas, quizá como consecuencia de su profunda ambivalencia entre la necesidad de poner fin al dolor y el deseo concomitante de que alguien intervenga y les rescate».

Debo descartar la idea de que tengo el control. También he de aprender a permitirme sentir dolor.

Cuando estoy solo, me doy cuenta de que estoy con la persona que ha intentado matarme.

Shneidman, fundador de la disciplina de la suicidología, escribió: «Una curiosa paradoja del suicidio es que los individuos dejan pistas, quizá como consecuencia de su profunda ambivalencia entre la necesidad de poner fin al dolor y el deseo concomitante de que alguien intervenga y les rescate».

Esto también tiene que ver con la ambivalencia que ya hemos mencionado: hay personas que desean acabar con su vida, pero no desfigurarse. Incluso aunque desee suicidarse, uno sigue sintiendo algo de aprecio por sí mismo. En cierta medida, el deseo de quitarte la vida no deja de ser una expresión de aprecio por ti mismo, porque quieres dejar de sufrir.

De modo que es importante insistir en que incluso la tentativa más tímida debería considerarse una señal de alerta y a menudo un ruego de alguien que no conoce otra forma mejor de decirle al mundo o a sus seres queridos lo desesperado que está.

y qué más da si resulta teatral? Somos teatrales en muchas facetas de nuestra vida, interpretamos papeles constantemente, somos actores (y a menudo actores muy burdos) en muchas de las cosas que hacemos. Que un intento de suicidio sea teatral no impugna moralmente ni altera el hecho de que quien lo llevó a cabo estuviera expresando el deseo de morir y de que podría haberlo logrado.

Muchos días he deseado ambas cosas: morir, para no tener que seguir viviendo esta vida, para dejar de luchar, de sufrir, de fracasar, de decepcionar…, en un instante, todos mis problemas desaparecerían; y vivir, porque morir significaría…, ¿quién sabe lo que significaría? Hoy en día trato de tener siempre presente que, como mínimo, acarrearía un gran sufrimiento para muchas personas a las que quiero y a las que dejaría atrás, gente que no merece el sufrimiento que le estaría causando.

Y es cierto que una de las preguntas más molestas (en realidad, devastadora) que se le pueden plantear a un suicida reincidente es «¿Por qué no has logrado matarte?».

Según la teoría de Freud, existen pulsiones tanto de vida (Eros) como de muerte (Tánatos).
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Las primeras sustentan actividades tan llenas de vida como el sexo y la creatividad; las segundas explican aquellas acciones y hábitos humanos que se dirían contrarios a la vida, como las conductas obsesivas y compulsivas, la violencia, el asesinato, todo tipo de neurosis y psicosis, y, naturalmente, el suicidio.