La mejor fórmula para el aprendizaje es la buena crianza. De esta manera, la mejor educación primaria es una buena educación preescolar y así sucesivamente.
Vivimos una época de cambios. Las escuelas y los sistemas educativos buscan la mejor forma de educar a los niños y jóvenes que ahora leen menos, duermen menos, interactúan menos con mamá y papá, comen menos alimentos nutritivos, salen menos al parque, hacen menos ejercicio, conviven menos con los amigos y se pasan frente a las pantallas alrededor de diez o más horas al día.
El cambio de hábitos de los niños del siglo XXI ha sido radical. La digitalización es una navaja de doble filo: por un lado, facilita la cotidianidad y potencia habilidades; por el otro, reduce el desafío del cerebro, cambia la realidad por una virtual. El resultado es que los niños y jóvenes llegan a las escuelas con una mentalidad diferente. La escuela les parece aburrida y anacrónica en comparación con las pantallas. ¿Para qué estudiar si uno puede hacerse rico con un video, un par de fotos o una ocurrencia? El futuro llegó muy rápido. Ante este escenario, han surgido nuevas propuestas pedagógicas. Como nunca antes, las ciencias que estudian al cerebro y a la mente han evolucionado en el entendimiento de lo que construye los pensamientos, las emociones, la inteligencia y la creatividad.
¡Aprender! Emociones, inteligencia y creatividad te llevará por un recorrido para que, si eres mamá o papá, entiendas mejor lo que sí y lo que no funciona en la crianza; si eres maestra o maestro, para diseñar mejor la enseñanza-aprendizaje; si eres médico, pediatra, psicólogo o educador, para enriquecer tu conocimiento; y, si eres autoridad, para rediseñar los modelos educativos y los programas de formación de maestros. Asimismo, este libro nos invita a comprender la forma en la que interactúan cerebro y mente con nuestros organismos y el medio ambiente.
«Este maravilloso libro nos encamina en una senda de aprendizaje a través de las neurociencias, la inteligencia y los modelos educativos, desde el mayor rigor científico, pero con el don de hacerlo tan simple que se vuelve una lectura amena y fluida. En mi opinión, debería ser un libro de cabecera para las personas que tienen contacto con niñas, niños y adolescentes, como médicos, psicólogos, profesionales de la educación y, en especial, padres y madres». Antonio Rizzoli Córdona, neurólogo pediatra