Artefacto constituido de puro lenguaje que, paradójicamente, armoniza la brutalidad del realismo con la sutileza del romanticismo. Entre lo paródico y lo grotesco, es un libro que ha arriesgado una voz singular y que desde su inconfundible apuesta estética en gesto autocrítico nunca deja de apuntar a los mismos escritores. Es visible la destreza de Aguirre para los juegos de palabras, a tal punto que, como se ha dicho del gran cubano Guillermo Cabrera Infante, no escribe en “spanish” sino en “spunish”, es decir, un español calamburesco. Y partiendo de aquella ocurrencia, el título de este volumen de cuentos ensaya un nuevo calambur: al “spunish” añade lo “kitsch” y la jerga “spunk” que equivale a «eyaculación”.