Escribir un cuento de boxeo y subir a un ring tienen algo en común: se necesitan agallas para vencer el miedo a lo desconocido. Nadie sabe a ciencia cierta por dónde vendrá el primer golpe ni mucho menos se puede pronosticar cómo será el carácter de un personaje. Por eso hemos tenido que recurrir a dos chicos rebeldes para que nos digan cómo es eso de lanzar puños con una mano mientras se escribe con la otra.
Uno es Jack London, el otro es Arthur Conan Doyle. Cada uno tendrá tres rounds para defenderse con argumentos y así poder buscar el nocaut. Será una pelea A Seis Rounds donde el juez será el lector.
La literatura y el boxeo nacieron juntos. Se criaron juntos y maduraron juntos. Y el gran mérito que han tenido ha sido el de darle al hombre una razón de vida: las manos se hicieron para dejar huella. Bien sea enfrentando la página en blanco, o bien sea subiendo al ring para boxear a un rival. Este es el arte de vivir dejando huella.