Desde su infancia, Bertha Moss soñó con las doradas mieles de la gran pantalla. Su gran aspiración como actriz era consagrarse con algún protagónico que le diera la posición indiscutida de heroína romántica del momento. Sin embargo por imperio de los cánones estéticos que presidían las artes visuales de su época, se vio relegada al papel de antagonista villana (madrastra, solterona, resentida e inflexible) de las ficciones. Su estatura atípica y su belleza poco convencional eran incompatibles con la delicada estampa de las divas de su tiempo.
Inconforme con este destino, Bertha se trasladó a México y, en la madurez de su carrera, vio acercarse el sueño más acariciado. No tardó en convertirse en una gran estrella de la televisión mexicana y entrar en contacto social o artísticamente con figuras como Fernando Vallejo, María Félix, Salvador Novo, Marilyn Monroe, Cantinflas, Silvana Pampanini, Katy Jurado, Luis Buñuel, entre otros.