Cesario di Silvestri era más que rápido con las mujeres, era un huracán. Le bastaban unos minutos para llevarse a la cama a las mujeres más sofisticadas de Europa…
Con una excepción: Jessica Martin, la tímida veterinaria que se había negado a ser su juguete sexual un fin de semana. Pero cuando los familiares de Jess, en un acto de irresponsabilidad, robaron un valioso retrato en Halston Hall, la mansión que tenía Cesario en Inglaterra, le proporcionaron el arma que necesitaba para tenerla en sus manos. De momento, podría disfrutar de su belleza, pero en el futuro necesitaría un heredero…