Supongo que sabes lo que haces —le dijo con voz grave.
—Sí —repuso Cluny espabilándose—. Voy a ser muy feliz. Voy a pasármelo de maravilla. Siento que no sea lo que tú querías, tío Arn, pero es lo que cuadra conmigo. Eso es lo que importa, ¿no crees?
—En mis tiempos —protestó el señor Porritt—, no hacías lo que cuadraba contigo, hacías lo que te tocaba.