Pero lo que fue cumbre y remate de todo lo anterior fue que Charlie, en vez de decirle a Dorothy frases dulces, constantemente, como «Oh, muchacha maravillosa...», por ejemplo, empezó a mirarla por encima del hombro, muy sereno, a verla tal como realmente es, y a decirle, por ejemplo:
–¡Vete a lavar la cara! ¡Te has pintado demasiado!
Y Dorothy se enamoró