Si realmente debes continuar, tras sopesar los riesgos mortales que puede implicar seguir conduciendo, sal de la carretera y descansa durante un rato. Haz una breve siesta (de veinte a treinta minutos). Cuando despiertes, no empieces a conducir enseguida. Sufrirás la inercia del sueño: la persistencia de los efectos del sueño en la vigilia. Espera otros veinte o treinta minutos y, si realmente debes continuar, tal vez después de tomar una taza de café, retoma la conducción. Has de tener en cuenta, sin embargo, que al cabo de poco necesitarás otra recarga de sueño y que tu rendimiento seguirá disminuyendo. Simplemente, no vale la pena correr el riesgo (de perder tu vida).