«Lo que más me sorprendió cuando me dieron a mi segundo hijo y lo cogí en brazos fue la total ausencia de sentimientos. Ni amor. Ni cólera. Nada»: Jodie y David, su marido, esperaban tener una niña. Ya tienen un hijo, de casi dos años. La desilusión es fuerte, va más allá de una simple depresión posparto: el marido −parco, ajeno y conservador− y las autoridades médicas recomiendan una visita al psiquiatra. Una inesperada llamada de una antigua amiga a la que hace años que no ve pone a Jodie, sin embargo, en el camino de disfrutar de sus dos hijos… por un medio bastante excepcional. No, mamá, no (1978), la primera novela de Verity Bargate, es un extraño y casi amenazante cruce de escenas del Soho londinense de los 70, estudio de carácter y novela de terror. Su heroína, con la que cuidadosa y astutamente consigue la autora que nos identifiquemos, inspira el deseo de apartarla del peligro que sin duda la acecha al mismo tiempo que enturbia −e ilumina− todas nuestras presuposiciones sobre la maternidad. Esta pequeña obra maestra, aparte de ser una narración genial, plantea temas de libertad, género y responsabilidad que siguen apabullantemente vigentes.