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Iván Turguenev

Diario de un hombre superfluo

  • Patricia Suárezцитирует3 месяца назад
    El amor es una enfermedad, y no hay ley escrita para la enfermedad.
  • Patricia Suárezцитирует3 месяца назад
    Además, ¿quién dice que solo hay una única verdad auténtica? La mentira es igual de vivaz que la verdad, si no más.
  • Pam Rangelцитируетв прошлом году
    Pero cuando al fin pasa el encantamiento, el hombre a veces siente y lamenta haber cuidado tan poco de sí mismo en medio de esa felicidad, no haber duplicado sus reflexiones, sus recuerdos, no haber proseguido con su disfrute…, como si el hombre completamente feliz tuviera cuándo hacer esas cosas, ¡si ni se para a meditar sus sentimientos
  • Ivan Pizañaцитирует4 часа назад
    La desdicha de los solitarios y tímidos —tímidos debido a su amor propio— consiste precisamente en que, aun teniendo ojos e incluso abriéndolos muchísimo, no llegan a ver nada o ven todo bajo una luz equivocada, como a través de unas lentes tintadas. Sus propias ideas y observaciones les obstaculizan cada paso.
  • Ivan Pizañaцитирует4 дня назад
    No le puse reparos a la felicidad, incluso me esforcé en acercarme a ella por la izquierda y por la derecha…
  • Ivan Pizañaцитирует6 дней назад
    Para eso son los niños, para que los padres no se aburran.
  • Oswaldo Javier Valerdi Laraцитирует2 месяца назад
    La inclinación heroica que había desarrollado repentinamente no desapareció hasta el final de la mazurca, pero ya no dije más sutilezas ni critiquicé, solo a ratos lanzaba miradas hurañas y severas a mi dama, quien, por lo visto, había empezado a tenerme miedo, pues tartamudeaba muchísimo y pestañeaba sin cesar mientras la llevaba bajo la defensa natural de su madre, una mujer muy gruesa con una toca colorada en la cabeza… Tras entregar la asustada muchacha a quien correspondía, me aparté a una ventana, crucé los brazos y empecé a esperar lo siguiente.
  • Oswaldo Javier Valerdi Laraцитирует2 месяца назад
    Me lancé a criticar a todo y a todos, recurriendo sobre todo a los jovencitos de la capital y a los petimetres de San Petersburgo, y me desaté hasta el punto de que mi dama poco a poco fue dejando de sonreír y, en lugar de levantar los ojos, de pronto empezó —supongo que de sorpresa— a bizquear, además de una forma muy extraña, como si por primera vez se diera cuenta de que en su cara había una nariz; y mi vecino, uno de esos leones de los que se ha hablado antes, más de una vez me lanzó miradas e incluso se giró hacia mí con la expresión de un actor sobre el escenario que se espabila en un punto desconocido, como si quisiera decir: «¿Qué ocurre aquí?».
  • Oswaldo Javier Valerdi Laraцитирует2 месяца назад
    de marzo. Continúa el deshielo
    El asunto estaba en la
  • Oswaldo Javier Valerdi Laraцитирует2 месяца назад
    Al morir mi padre, nos mudamos a Moscú por una razón muy sencilla: toda nuestra heredad fue subastada por deudas, literalmente todo, excepto una pequeña aldea, la misma en la que ahora estoy poniendo fin a mi espléndida existencia.
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