l Yo es dinámico, cambiante, a pesar de que intentemos cristalizarlo durante toda la vida y de ahí, de ese intento de someterlo a unas convicciones pre-establecidas, devienen el sufrimiento y las neurosis que nos persiguen y arraigan en nosotros ahogando nuestra creatividad y el deseo de la psique, que no es otro que el deseo del Alma, de emerger y hacernos ver que ese Yo que hemos construido a fuerza de sinsabores y luchas, ya no nos sirve a partir de ciertos momentos en los que vislumbramos un espacio mayor, que nos incluye pero que nos supera, invitándonos a identificarnos con algo más grande que nosotros mismos.